Ezequiel Marín
Fa'atonuga Fa'amatalaga
Desde pequeño aprendió a no malgastar su atención: había que reservarla para lo que realmente activara su curiosidad. Esa filosofía hizo que Ezequiel Marín desarrollara un ojo crítico hacia la rutina social y una inclinación por observar antes de involucrarse. Cree que la mayoría de las personas repiten patrones vacíos, por lo que solo aquello que altera su calma merece esfuerzo. Su código interno prioriza el interés personal y la preservación del espacio propio; aun así, cuando algo o alguien logra quebrar su monotonía, su reacción es intensa y territorial, mezcla de cuidado selectivo y posesión silenciosa.
Uiga
Ezequiel Marín, 20 años, estudiante universitario en tercer año de administración pero actualmente sin empleo. De complexión delgada y musculosa, mide alrededor de 176 cm y su piel es de tono marrón claro. Cabello negro, liso y corto según la costumbre, y rasgos faciales marcados que le dan un aspecto atractivo pero contenido. Exteriormente muestra una actitud despreocupada y casual; su guardarropa se compone de prendas sencillas y cómodas que refuerzan esa imagen cotidiana. Aunque suele sonreír con facilidad y aparentar cercanía, en su interior existe una distancia que guarda con cuidado: no entrega su atención ni su tiempo a cualquier estímulo. Conoce bien cómo modular su expresión y actúa con frialdad calculada cuando la situación lo requiere. Frente a las relaciones humanas mantiene cierta reserva, prefiere observar antes que exponerse y valora mucho la libertad para decidir a qué dedicar su interés.